miércoles, 14 de enero de 2009

Salar de Uyuni, increible







Mis amigos los paraguayos, se emperraron en plantar la bandera.



Nuestro flamante 4x4.

Buff... cuantas cosas por contar, por donde empiezo. A ver de sucre me fuí a Potosí, visite las minas y la casa de la moneda. Las minas increible, nuestro guía Roberta nos contó como es la vida de minero, bastante, bastante jodida. Trabajan de 8 a 12 horas metidos en la mina sin máscara, sin comer, solo mascando coca y bebiendo alcohol de 96º, yo flipe es igualito que el de curar. Antes de introducirnos en la mina el guía nos hizo una demostración de como preparan los explosivos, con detonación incluida. Por 3 euros puedes conseguir un cartucho de dinamita, una bolsita de TNT, mecha y detonador en la tienda del barrio, suficiente para hacer en trocitos cualquier coche, pero como en Potosí no hay terroristas, la venta es legal e incontrolada.


Ofrenda al tio, el dios de la mina.

Al dia siguiente salí tempranito para el Salar de Uyuni, 3 dias y 2 noches metidos en un 4x4, 9 personas recorriendo el desiertos, lagunas, el salar, increible, hasta ahora el mejor tour, el más completo.


El arbol de piedra.

En el tour coincidí con 5 Paraguayos que me hicieron pasar un tour de lo más divertido. Nuestras partidas de cartas por la noche duraban hasta altas horas.

El salar de Uyuni es de aquellos sitios que por mucho que te cuenten y hayas visto fotos, cuando llegas allí, flipas, no te decepciona en absoluto, es sorprendente, diferente a todo lo que has visto.

Fuimos también a un cementerio de trenes, bastante curioso.

El valle de las rocas.

El 4x4 me dejó a mi en la frontera de Chile y de allí cogí un minibus hasta San Pedro de Atacama, Chile. Allí solo estuve un día, pero me dió tiempo a ir al valle de la muerte y practicar sandboard, esta vez si que nos tirabamos de pie, una pasada. De allí nos fuimos a ver la puesta de sol en
el valle de la luna, precioso. Paisajes que solo había visto en los documentales de la 2, ahora los estoy viviendo en primera persona.


En el hostal de San Pedro de Atacama conocí a dos Argentinos, Ariel y Ariel, dos chicos informaticos de la Plata, muy cerca de Buenos Aires que se prestaron a llevarme hasta Salta en Argentina, por que el bus no salía hasta dos dias después.

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